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El día que murió Michael Jackson: el ataúd de oro, las cartas ocultas de sus hijos y el silencio que marcó su adiós

Michael Jackson fue enterrado en un féretro de 25 mil dólares, rodeado por cartas secretas de sus hijos y sin cámaras. La intimidad de sus últimas horas, el funeral global y los fantasmas que lo persiguieron hasta el final.

  • 07/07/2025 • 08:22

El 7 de julio de 2009, el mundo despidió a Michael Jackson. Su cuerpo fue trasladado en silencio al cementerio Forest Lawn de Glendale, en California, donde descansan leyendas como Humphrey Bogart y Clark Gable. Allí, el “Rey del Pop” fue enterrado dentro de un ataúd bañado en oro de 14 quilates, forrado en terciopelo azul, valuado en 25.000 dólares. Vestía uno de sus trajes más icónicos, con el rostro maquillado y sus inseparables guantes blancos. Junto a él, tres cartas manuscritas de sus hijos: Prince, Paris y Blanket. Notas íntimas, ocultas entre las telas, que solo ellos conocían.

El ataúd con el cuerpo de Michael Jackson exhibido durante su funeral (AFP)

La ceremonia fue estrictamente privada. No hubo cámaras, ni seguidores, ni exposición pública. Solo los más cercanos. Era la contracara del funeral que días antes se había celebrado en el Staples Center, donde 17.500 personas —y millones desde sus casas— vieron cómo una niña de once años quebraba en llanto frente a un ataúd dorado: “Desde que nací, papi fue el mejor padre que uno pueda imaginar”, dijo Paris Jackson, entre lágrimas. Aquella fue la última imagen global de un ícono que marcó generaciones.

Michael Jackson había ensayado la noche previa a su muerte. Lo había hecho como si el tiempo retrocediera: pasos perfectos, voz intacta, coreografías milimétricas. El show “This Is It” estaba listo. Pero en su mansión de Holmby Hills, su realidad era otra. Luchaba contra un insomnio crónico que, según su entorno, era producto de la ansiedad, el agotamiento físico y un historial de consumo farmacológico cada vez más complejo.

El cantante estadounidense Michael Jackson (EFE/Quique/Archivo)

El 25 de junio de 2009, tras una noche sin descanso, su médico personal, Conrad Murray, le administró Propofol, un potente anestésico quirúrgico. Minutos después, al regresar a la habitación, Michael ya no respiraba. Intentaron reanimarlo. Fue inútil. A las 12:26 del mediodía, el Rey del Pop moría oficialmente por un paro cardíaco provocado por sobredosis. Tenía 50 años.

Con su partida, se apagó una estrella que había brillado como pocas. Desde el especial televisivo “Motown 25”, cuando el mundo vio por primera vez el Moonwalk, hasta los récords de “Thriller” —el álbum más vendido de todos los tiempos—, Michael había sido más que un artista: fue un fenómeno cultural sin comparación. MTV, la industria discográfica y la cultura pop se rindieron a sus pies.

Michael Jackson con su chimpancé "Bubbles" y una fan

Pero la historia tenía otra cara. Acusaciones por abuso sexual, investigaciones judiciales, juicios mediáticos y documentales como “Leaving Neverland” pusieron bajo la lupa su figura. Aunque fue absuelto en los tribunales, la imagen pública de Jackson quedó marcada por la sospecha y la polémica. La industria ya no lo protegía. Sus deudas superaban los 300 millones de dólares, su salud se deterioraba y su entorno se desmoronaba.

En sus últimos años, vivía rodeado de médicos, cámaras de vigilancia y medicamentos organizados como en un quirófano. La mansión de Neverland estaba vacía. Los animales habían sido vendidos, los parques desarmados, la música apagada. Y sin embargo, él quería volver. “This Is It” era su intento de redención. Pero no llegó a empezar.

Su transformación física también fue tema de debate. La piel despigmentada, los múltiples procedimientos estéticos, las pelucas, los guantes, la voz aguda. La explicación fue médica —vitiligo, quemaduras—, pero también profundamente simbólica: Michael se había convertido en alguien irreconocible incluso para sí mismo.

En TAPA DEL DÍA, reconstruimos ese último recorrido con respeto, datos certeros y memoria. Porque detrás del mito hubo un ser humano, un genio frágil, una voz que aún resuena.

Diario TAPA DEL DÍA


Opinión pública: La muerte de Michael Jackson dejó al descubierto no solo la complejidad de una vida marcada por el éxito y el dolor, sino también la incapacidad del sistema artístico y legal para proteger —o responsabilizarse— de sus íconos. En lugar de respuestas definitivas, el mundo eligió el recuerdo: la música, los pasos, el brillo. Y tal vez ese sea el único lugar donde Michael aún vive: en el escenario de nuestra memoria.